Imagina que un croissant y un gofre se cruzan y deciden unirse para crear algo nuevo. Así nació, en Corea del Sur, el Croffle, que en poco tiempo se convirtió en un fenómeno mundial. Su nombre es la combinación de croissant + waffle (gofre en inglés), y su sabor... simplemente adictivo. ¿En qué consiste exactamente la receta? Muy fácil: cogemos un croissant, lo abrimos y lo rellenamos con algo delicioso; en este caso, mermelada de higo y queso de cabra. Luego, lo cocinamos en una gofrera hasta que quede bien crujiente y el queso muy fundido. Para el toque final, añadimos jamón ibérico, rúcula y un poco de albahaca fresca. ¿Lo mejor de todo? No necesitas técnicas complicadas ni utensilios raros. Si no tienes gofrera, no te preocupes, una sandwichera de las de toda la vida o una plancha tostadora te darán el mismo resultado. Perfecto para un desayuno diferente, una cena rápida o ese brunch con ganas de impresionar sin complicarte la vida. Así que ya sabes, si tienes un croissant que se ha quedado duro, acuérdate de esta receta de aprovechamiento. Ridículamente fácil. Deliciosamente diferente. Y listo en menos tiempo del que tarda tu madre en preguntarte qué es un Croffle.
Precalienta la gofrera y coloca un trozo de papel de horno en la base. Corta el croissant por la mitad, colócalo sobre el papel y reparte la mermelada. Nosotros usamos unas 3 cucharaditas por croissant.
Añade el queso de tu elección por encima de la mermelada. * Nosotros hicimos dos: uno con queso de cabra y otro con queso brie.
Cierra el croissant. Pon un poco de aceite en spray en la placa superior de la gofrera.
Cocina en la gofrera durante 5-6 minutos, hasta que esté dorado y crujiente.
Sácalo y añade por encima un poco de rúcula, unas lonchas de jamón ibérico y unas hojas frescas de albahaca. Y listo!